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Explota la indignación en México con el asesinato de Carlos Manzo

Uruapan, Michoacán, 3 de noviembre de 2025 – En un acto que ha desgarrado el corazón de la nación y reavivado el clamor contra la impunidad del crimen organizado, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, fue asesinado a balazos la noche del sábado 1 de noviembre durante el Festival de Velas, una de las tradiciones más emblemáticas del Día de Muertos. Manzo, un líder independiente conocido por su coraje al confrontar directamente a los cárteles, cayó frente a cientos de familias, niños y decoraciones luminosas, simbolizando el quiebre de un México que, como él mismo denunciaba, “ya no aguanta más violencia”.

El ataque ocurrió en la Plaza Morelos, el corazón histórico de Uruapan, cuando el edil de 42 años caminaba con su hijo pequeño en brazos, interactuando con la multitud que llenaba el espacio con velas y ofrendas florales. Según videos difundidos en redes sociales y confirmados por testigos, un hombre armado se acercó por detrás y disparó al menos tres veces contra Manzo, hiriéndolo en la espalda. El pánico se apoderó de la plaza: madres corrieron con sus hijos, mientras el alcalde era auxiliado por elementos de seguridad y trasladado de urgencia a un hospital cercano, donde falleció minutos después.

El Gabinete de Seguridad federal reportó que, en el intercambio de disparos subsiguiente, uno de los agresores fue abatido en el lugar y se detuvieron a otras dos personas presuntamente involucradas. No se registraron heridos civiles, pero el incidente dejó un saldo de conmoción e indignación en una ciudad ya asediada por la extorsión y los enfrentamientos entre grupos criminales. “Este crimen no quedará impune”, aseguró el comunicado oficial, mientras la Fiscalía General del Estado de Michoacán investiga posibles vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), al que Manzo había señalado públicamente como responsable de la inseguridad en la región aguacatera.

Un “alcalde sin miedo” que desafió al narco y al gobierno

Carlos Manzo no era un político convencional. Elegido como independiente en septiembre de 2024, asumió la alcaldía de Uruapan –una de las zonas más violentas de Michoacán, epicentro de la producción de aguacate y disputada por mafias– con un discurso frontal contra la corrupción y el crimen organizado. En sus primeros meses, encabezó operativos en campo junto a elementos de seguridad, denunciando en vivo por Facebook la extorsión a productores locales y exigiendo más apoyo federal. “No transo”, repetía en sus mensajes, aludiendo a las negociaciones tácitas que, según él, permiten la supervivencia de funcionarios en tierras narco.

Sus palabras no eran retórica vacía. En agosto de 2025, respaldó la detención de un presunto líder del CJNG en Uruapan y, en septiembre, alertó sobre la reinstalación de células delictivas en la zona: “Todos alerta porque pueden estar otra vez instalados por aquí”. Incluso desafió públicamente a la presidenta Claudia Sheinbaum, criticando su estrategia de “paz sin armas” y retándola a “pacificar Michoacán” sin medidas letales. “No quiero ser otro de los ejecutados”, confesó en una de sus últimas declaraciones, un presagio que se hizo realidad.

Manzo contaba con protección federal de la Guardia Nacional y mantenía comunicación constante con mandos de Defensa, pero el atentado ocurrió en un evento público y familiar donde no portaba chaleco antibalas. Su muerte eleva a seis el número de alcaldes asesinados en México en 2025 –el tercero en Michoacán–, en un contexto donde más de 150 ediles, exediles y candidatos han caído en los últimos 15 años a manos del narco.

Reacciones: De la condena a la exigencia de cambio

El gobierno municipal de Uruapan expresó en Facebook su “profundo dolor, indignación y consternación” por el “acto cobarde” que atenta contra “la justicia, la paz y la voluntad del pueblo uruapense”. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, de Morena, condenó el atentado y desplegó al secretario de Seguridad Pública, Juan Carlos Oseguera Cortés, junto con la Guardia Nacional para reforzar patrullajes.

Desde la capital, la presidenta Sheinbaum –quien convocó de urgencia al Gabinete de Seguridad– lamentó el “vil asesinato” y extendió condolencias a la familia de Manzo y al pueblo de Uruapan. “Condeno con absoluta firmeza este hecho y garantizo que no habrá impunidad”, afirmó en X, anunciando una conferencia de prensa para detallar avances en la indagatoria. El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, reiteró que no se descarta ninguna línea de investigación.

En redes sociales y calles de Uruapan, el eco es unánime: “En el México de hoy, ser valiente y congruente puede costarte la vida”, tuiteó el periodista Manuel López San Martín, resumiendo el sentir colectivo. Expertos destacan que Manzo se convirtió en una “espina” no solo para los cárteles, sino para el gobierno federal, al exponer las fallas en la estrategia antisnal.

México al límite: ¿Hasta cuándo la sangre de los valientes?

El asesinato de Carlos Manzo no es un hecho aislado, sino el grito de un país hastiado. Michoacán, séptimo estado con más homicidios en 2025, es un polvorín donde el CJNG y rivales como La Familia Michoacana disputan el control de rutas y cultivos. Su muerte, ocurrida en un momento de celebración familiar, subraya la osadía del narco: atacar en público, frente a niños, para enviar un mensaje. “¿Cuántos alcaldes más deben morir para que el gobierno actúe?”, se pregunta la ciudadanía en foros y manifestaciones espontáneas.

Manzo deja un legado de resistencia: un Uruapan que, por un breve instante, vio en él la esperanza de un México sin miedo. Pero también un recordatorio brutal: mientras la violencia siga impune, los valientes como él pagarán el precio más alto. La pregunta ahora es si su sangre impulsará el cambio o se sumará a la lista de olvidos. México, como clama esta nota, llora a su héroe y exige justicia.


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