¿El Plan Michoacán de Sheinbaum, una copia del de Peña Nieto?
Ciudad de México, 4 de noviembre de 2025 – El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, detonó la presentación del “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia” por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum, una estrategia que promete pacificar un estado asediado por el crimen organizado. Con un discurso centrado en la comunidad y la justicia social, Sheinbaum busca diferenciarse de las políticas del pasado. Sin embargo, su plan guarda un parecido inquietante con el “Plan Michoacán” de Enrique Peña Nieto de 2014, lo que lleva a preguntarse: ¿es una propuesta renovada o una copia de un esquema que no logró apagar la violencia?
En su conferencia matutina, Sheinbaum defendió su iniciativa como una construcción “por y para las comunidades”, rechazando la “guerra contra el narco” de sexenios anteriores. “La paz se construye con las personas, con el trabajo cotidiano de quienes aman su tierra”, aseguró, criticando los gobiernos de Felipe Calderón y Peña Nieto por agravar la crisis. En particular, señaló que Peña Nieto “envió un comisionado y armó autodefensas” sin resultados duraderos, fragmentando el tejido social.
El plan de Sheinbaum se sostiene en tres ejes: Seguridad y Justicia, Desarrollo Económico con Justicia, y Educación y Cultura para la Paz. Incluye medidas como unidades conjuntas de Guardia Nacional y Fiscalía estatal contra homicidios y extorsión, una Fiscalía Especializada en Delitos de Alto Impacto, mesas de seguridad quincenales, alertas para alcaldes y denuncias anónimas. En lo económico, promete seguridad social para jornaleros, infraestructura rural y Polos de Desarrollo Económico. Culturalmente, plantea escuelas de paz, becas estudiantiles, centros deportivos y el festival “Voces de Michoacán”. Los diálogos con comunidades ya comenzaron, y se esperan acciones concretas en los próximos días.
Sin embargo, el eco del pasado es innegable. El Plan Michoacán de Peña Nieto, lanzado en 2014 con el lema “Juntos lo vamos a lograr”, buscó apaciguar la violencia de los Caballeros Templarios y las autodefensas en municipios como Uruapan y Apatzingán, los mismos focos rojos de hoy. Con cinco pilares –economía familiar, educación y cultura, infraestructura, salud y desarrollo sustentable–, promovía diagnósticos comunitarios, talleres, comités locales y proyectos para mujeres, niños y jóvenes, junto con centros culturales y alianzas con la sociedad civil.
Ambos planes comparten una filosofía preventiva: apuestan por la cohesión social frente a la confrontación armada, invierten en empleos para frenar el crimen y usan la educación y cultura como herramientas de identidad. Sheinbaum promete “paz con justicia”; Peña Nieto hablaba de “tranquilidad con prevención”. Las mesas de diálogo y el enfoque comunitario son casi idénticos, aunque Sheinbaum adapta el discurso a la Cuarta Transformación. Analistas destacan que, pese a añadir un pilar de “justicia” con fiscalías especializadas, el énfasis en empleos dignos, becas y centros comunitarios recuerda al plan peñista, que fue criticado por no desarticular redes criminales.
La paradoja es clara: Sheinbaum critica a Peña Nieto mientras presenta un plan que parece su heredero. Expertos subrayan que el éxito no dependerá de la retórica, similar en ambos casos, sino de la implementación. El plan de Peña dejó infraestructura, pero no frenó los homicidios. Sheinbaum apuesta por la unidad indígena y de género, pero el reto es mayúsculo. “Michoacán nunca se ha rendido y nosotros tampoco”, afirmó.
El asesinato de Manzo, el séptimo alcalde caído en 2025, subraya la urgencia. Michoacán, cuna de aguacates y resistencia, espera que este plan, más allá de sus similitudes con el pasado, marque una diferencia tangible.
